Begoña del Teso ha elaborado un precioso artículo sobre el mundo del vuelo en aeródromos y las fotos del reportaje he tenido el placer de que sean mias. Os dejo el enlace del reportaje publicado hoy sabado a doble página.
http://www.diariovasco.com/v/20100828/al-dia-local/hasta-infinito-alla-20100828.html
En el número 189 de la revista 'Volar' aparecía un amplio listado de los campos de vuelo existentes en las distintas comunidades autónomas. En el País Vasco sólo se citaban los aeropuertos de Foronda, San Sebastián y Loiu, aparte de las campas de Orduña donde se realizan festivales aéreos de ala delta y parapente y las pistas y hangares de Treviño-Pedruzo. Ampliando las coordenadas hasta Navarra, más allá del de Noain, encontramos aeródromos y zonas aterrizables en Lumbier y Sesma(Club Deportivo de Vuelo Los Pelícanos), en Ablitas(militar), Berbinzana, Tudela (Club Aguasalada), Zalduendo y Sangüesa.
El poderío de Aragón para el aprendizaje y el vuelo en avión ligero se demostraba en esas listas con 22 campos de vuelo, aunque dos de ellos, el de Calamocha y el de Caudé estaban abandonados y un tercero, el de Mediano, era de uso forestal. Otros, sin embargo, se encontraban en plena expansión, como el de Santa Cilia de Jaca, auténtico referente en Europa del vuelo deportivo de montaña, o el de Castejón de Monegros, perfecto de dimensiones (900 metros de pista por 50 de ancho) y sin obstáculos para las maniobras. Ahí suele comenzar cada año la Vuelta Aérea a Aragón.
Es pues a Navarra y a Huesca hacia donde dirigen el morro de sus aviones ligeros los muchos aficionados al vuelo en Gipuzkoa. Extraña y da pena constatar que no haya buenas pistas en este territorio. Sobre todo teniendo en cuenta que hace mucho tiempo el Heinkel 111 del fascista belga Léon Degrelle se estrelló en la Concha, en el Boulevard existió un exquisito Aeroclub y en los hangares del donostiarra garaje Stinus un puñado de excelsos aventureros construyó una avioneta en los felices y rugientes años 20.
Pistas privadas
Cierto que los grandes voladores de delta y parapente se lanzan desde las lomas de Ulia, Jaizkibel, Igeldo y Orio, pero también que cualquier intento de construir centros de vuelo ha sido desestimado por las instituciones. Tan es así que los aficionados al vuelo hablan y saben de la odisea de un buen piloto de ala delta con motor trasero ('trike' se llama el aparato) que ha habilitado su propia campa de despegue en terrenos de su propiedad en Urnieta.
El centro de vuelo más cercano paraun aviador o para un aprendiz guipuzcoano está en Lumbier, a unos 145 kilómetros de San Sebastián. Allí en mayo obtuvieron su licencia de vuelo de piloto ULM unos 20 pilotos, procediendo la mitad de ellos de Gipuzkoa. Las exigencias de Aviación Civil, aparte de las clases teóricas (mínimo 50 horas: aerodinámica, conocimiento general de la aeronave y de su instrumental, navegación, cartografía...), imponen un mínimo de 10 horas de vuelo (tres de ellas en solitario), no menos de 20 despegues y aterrizajes y un vuelo de travesía de al menos 30 minutos. En Alemania, la exigencia mínima es de 30 horas y en Navarra y Aragón se sabe que son necesarias entre 20 y 40 hasta obtener las habilidades y conocimientos imprescindibles. En todo caso, siempre será el instructor de vuelo (en el centro de Lumbier Ernesto García en ULM y Raúl Fernández en autogiro) quien decida si el alumno está capacitado para pilotar. Y serán los suyos o el de pilotos veteranos con muchas horas de vuelo a sus espaldas los consejos que deberá tener en cuenta para la compra, si posible, de su primer aparato. Insistimos en 'si posible' porque un ultraligero de primera mano y buenas prestaciones( un Zenair 661 checo, por ejemplo) puede rondar los quince millones de pesetas. Siete si se compra a un propietario caprichoso que desea cambiar ya de modelo.
Avión dócil, avión nervioso
Sucede en todos los universos del motor. En los coches como en las motos. También en los aviones ligeros. Muchos novatos son, ciertamente, sensatos, pero otros desoyen los consejos de los veteranos y se compran el aparato más hermoso, más nuevo. El último modelo del desarrollo en la aviación tanto en el diseño como en los perfiles aerodinámicos. Aparatos bravíos que permiten un vuelo descansado y buena autonomía pero exigen operaciones y maniobras de alto calibre. Aviones rápidos y nerviosos que enseguida son superiores al piloto. Éste acaba (y empieza) por no dominarlos.
Como mínimo romperá una rueda en un aterrizaje salvaje y el aparato perderá la hélice. Como máximo... mejor no pensarlo. Una pérdida de velocidad, de control, en pleno vuelo, puede ser fatal. También una salida de pista. Hay que elegir un avioncito dócil, manejable, tranquilo. Y salir siempre acompañado. A meter horas. Horas de vuelo en los Pirineos, por la Foz de Lumbier o la de Arbayún. Sobrevolando la presa de Yesa, pueblos abandonados, territorios que fueron del maquis. Descendiendo a los aeródromos cercanos. A charlar con otros pilotos. A tomarse un café. A organizar salidas. A apuntarse a cualquier rally, a cualquier excursión. A aprender escuchando. A darse un chapuzón. Muchos de los campos de vuelo tienen piscina junto a los hangares. A quedar para el próximo festival aéreo. O para la Vuelta Ibérica.
Salida de Braganza
La XIX Vuelta Ibérica, organizada por la Asociación Española de Pilotos de Ultraligeros, tuvo lugar del 29 de julio al 7 de agosto. Los aviones partieron de Fuenterrobles, llegaron a Mallorca y de allí se pasearon por casi toda Iberia para acabar en Ocaña, haciendo noche en hoteles y en tiendas de campaña plantadas en zonas de aterrizaje. Ayer comenzó otro gran raid que también atraviesa España y Portugal. De hecho, la salida se realizó en Braganza dirigiéndose después los aparatos a Lisboa parta subir a Lugo y continuar ruta hacia León. Entre los participantes, una pareja de guipuzcoanos que el jueves guardaron su avión en el hangar que un camarada del aire tiene cerca de Salvatierra de los barros, Badajoz.
Pero esos rallyes son palabras mayores para quien no tiene aparato y sólo ha volado a Marrakech o Londres en un vuelo low cost. Para ellos, para aquellos que quieran saber qué se siente al atravesar los Pirineos, al ver desde la cabina de un ULM y en pleno agosto la nieve no derretida de las cumbres, todos los aeródromos de Aragón y Navarra organizan bautismos de vuelo y un puñado de paseos aéreos. Algunos han creado incluso la figura del 'socio transeúnte' que define a quien se apunta al club por un mes para poder subir en un ultraligero y pensar mientras vuela con un piloto veterano que va a llegar 'hasta el infinito y más allá', como el guerrero espacial de 'Toy Story'.
No hay aeródromos en Gipuzkoa. Ni en Vizcaya. Ni en Álava. Hubo un tiempo en que algunos chiflados en sus locos cacharros despegaban de unas campas de Itziar hoy convertidas en polígono industrial. No hay campos de vuelo pero sí muchísima afición. Quizás por el recuerdo de los grandes héroes de la aviación. Por Saint Exupéry. Por El Barón Rojo. Por Marina Raskova, Mayor del Ejército Soviético que atravesó las estepas rusas. Por Ramón Franco, el hermano revolucionario del Caudillo. Por Manuel Aldecoa, un vasco de Idaho que en la II Guerra Mundial fue abatido por el temible comandante alemán Johannes Seifert.
